CÓMO SER PROSPERADOS

 

TEXTO BÍBLICO: Deuteronomio 14:23.

 

 

En muchas iglesias es lamentable lo que está sucediendo en el aspecto económico de las mismas, pues cada semana se acostumbra a casi rogarle a los miembros para que traigan sus diezmos y ofrendas al templo. Luego las pocas ofrendas apenas alcanzan para pagar el agua, teléfono, electricidad y otros gastos de la iglesia, lo cual hace que no quede ni un centavo para sufragar los demás gastos que demanda la obra y ni aun para pagarle los salarios a los pastores que trabajan arduamente en la obra del Señor. Entonces hay que convocar a una reunión de oración y organizar una venta de cachivaches o tamales para recoger otros insignificantes centavos para cubrir los gastos del mes. ¿Le parece justo, que esto esté pasando en la obra del Señor? ¿Cree usted que esta sea la voluntad de Dios para su iglesia? ¿Será que el Señor nos dio la orden de ir y predicar el evangelio a toda criatura y a todas las naciones,  y luego se le acabaron los fondos para tan magno proyecto de ganar almas para el reino de los cielos? La respuesta es un ¡NO! Contundente, pues Dios todavía dispone de personas como usted que es fiel a la iglesia. y por si acaso no lo es, esta lección le servirá para que comience a serlo, pues de lo contrario siéntese a recibir RUINA TODA LA VIDA, y no creemos que esta sea la voluntad de Dios para un miembro de la Misión Internacional Filadelfia.

 

I.           DIOS ES DUEÑO ABSOLUTO DE TODO:


  • Él es el creador de todo el universo: “En el principio creó Dios los celos y la tierra” (Génesis 1:1).
  • Él es el dueño de la tierra y su plenitud: “Del Señor es la tierra y todo lo que en ella hay  (Salmo 24:1).
  • Él es el Creador del ser humano: “Porque tu formaste mis entrañas y tu me hiciste en el vientre de mi madre”  (Salmo 139:13).
  • Él es el dueño de la vida animal: “Porque mía es toda bestia del bosque, los millares de animales en los collados”  (Salmo 50:10).
  • Él es el dueño de la riqueza: “Mía es la plata y mío es el oro”  (Hageo 2:8).
  • Él es la fuente de toda bendición y de todo regalo: “Toda buena dadiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre”  (Santiago 1:17).
  • Por consiguiente de Dios es el diezmo, la ofrenda y los bienes que Él da a sus hijos, y debemos administrar estos bienes que Dios nos da de una manera responsable y practica, de la manera como él gobierna y administra todo lo que Él ha creado y tiene bajo su dominio.

 

II.       LA LEY DE LA SIEMBRA Y LA COSECHA:

 

La ley de la siembra y la cosecha es tan sencilla, que hasta un niño puede practicarla. Este debe ser un principio de calidad, pues usted cosechará el mismo tipo de cosas que sembró. Si usted planta frijoles sería incoherente esperar una cosecha de aguacates, si sembró café nunca espere recoger trigo.

 

  • Se debe sembrar con calidad:

 

    Miles de cristianos que están en necesidad económica hacen largas oraciones para que su circunstancia mejore. Algunos ayunan, asisten a vigilias, pasan al altar y hacen cualquier cosa, menos lo que tienen que hacer.

 

    Si yo quiero levantar una cosecha de dinero nunca lo lograré sembrando oración, o ayuno, o alabanza (Aunque es indispensable para santificar la bendición) sino sembrando dinero.

 

    Dios estableció un principio eterno que no puede ser violado, y es que las cosas se reproducen únicamente según su genero (Génesis 1:23-24).

 

    Lo que estamos viendo es que la ley de la siembra y la cosecha tiene un principio inquebrantable y es que esto no es asunto de ayuno, oración, sin querer decir que esto no es indispensable en la vida de un cristiano. Lo que queremos decir es que por mucho que usted se esfuerce por orar, ayunar, vigilar, leer Biblia para poder cosechar bendición material es inútil si antes usted no ha sembrado dinero y es fiel con sus diezmos y ofrendas, pues el principio establecido es que la cosecha es de la misma calidad de lo que sembramos.

 

    La calidad de los que usted siembra en la iglesia, es indispensable para recoger lo mismo de Dios. debemos dar para la obra con amor, dedicación, sin tristeza, y con el firme propósito que recogeremos lo que sembramos.

 

    Nunca seamos como Caín que sembró y dio lo peor y fue mirado con desagrado por Dios, antes debemos ser como Abel que sembró y dio lo mejor y fue mirado con agrado no solamente él, sino también su ofrenda. (Génesis 4:3-5).

 

  • Se debe sembrar con cantidad:

 

    El segundo principio de la ley de la siembra y la cosecha es la cantidad, pues la palabra de Dios dice en 2ª Corintios 9:6. “Pero esto digo: El que siembra escasamente también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”.

 

    La cosecha que recojamos es proporcional a la semilla que sembramos o que hayamos plantado. Si alguien siembra cien hectáreas de arroz, sería mejor que no fuera con una bolsita plástica a recoger la abundancia que está lista en la cosecha. Lamentablemente somos nosotros los que le ponemos límites a nuestra bendición. Solo quien siembra una semilla abundante es el más opcionado para recoger una cosecha abundante.

 

  • Se debe sembrar con espera:

 

    Muchos son los que dan una ofrenda el domingo en la mañana con alegría, pero por la noche ya están desanimados porque no recibieron el doble durante la tarde, pues no saben que se debe esperar un tiempo prudente entre el momento de sembrar hasta recoger la cosecha  (Gálatas 6:9).

 

    Mientras llega el tiempo de cosechar, nuestra fe está siendo ejercitada, pues si recogiéramos la cosecha el mismo día que sembramos la semilla, no tendríamos fe alguna en Dios, ni la desarrollaríamos, ni la pondríamos en práctica.

 

    Dios desea que nuestra fe crezca y se desarrolle en todas las áreas. Por esa razón hay que esperar un tiempo prudente para recoger lo que plantamos, de otra manera dependeremos de la bendición de Dios y no de nuestras propias fuerzas.

 

III.    ENTENDAMOS EL PRINCIPIO DEL DIEZMO:

 

Existe una ley de reciprocidad o intercambio divino. Tú das y Dios te da a ti. Cuando sembramos una semilla, el terreno nos devuelve una cosecha. Esta es la relación reciproca: Tú das para la obra y Dios te devuelve multiplicado. El terreno no nos da si antes nosotros no le hemos sembrado algo al terreno, sin embargo, hay muchas personas que quieren recibir sin dar absolutamente nada, especialmente cuando ellos no han invertido en el reino de Dios. El plan de Dios es que la iglesia opere a través de los diezmos y las ofrendas: (Malaquías 3:10). 

 

    ¿Qué es el diezmo? 

  • Es mostrar mi gratitud a Dios, dándole a él el 10% de todo lo que gane, es la décima parte de todas mis entradas. Es devolverle a Dios la décima parte, para que él bendiga el noventa por ciento restante. 
  •  El diezmo es el medio que ofrece Dios a sus hijos, para que sean bendecidos por Él a través de este principio.
  • Dios está interesado en nuestras finanzas, Él quiere nuestros diezmos, pues sus negocios son muy costosos, siendo su mayor empresa: La salvación de los perdidos, y el diezmo suple estos gastos de la obra de Dios.
  • Es de suma importancia aclarar que el diezmo no es la décima parte de lo que me queda después de haber pagado todas mis deudas y gastos generales, pues el diezmo es lo primero que debemos separar para Dios.
  • En ocasiones el diablo sugiere que espere hasta que mejore mi situación para poder diezmar, pero esto solo traerá escasez y ruina, pues Dios bendice es al dador alegre.

 

     ¿Dónde se debe dar el diezmo?

  • Debemos traer el diezmo a la iglesia y depositarlo en el alfolí. Teniendo en cuenta que debemos dárselo a las personas autorizadas para esto.
  • No podemos dárselo a alguien antes de pasar a recolectar el diezmo en la iglesia. debemos darlo donde recibimos el alimento espiritual, teniendo en cuenta que el creyente no puede disponer del diezmo para repartirlo como el quiere, pues esto es rebeldía al mandamiento de Dios de llevarlo a su casa y más precisamente depositarlo en el alfolí de la iglesia.

 

     ¿Por qué diezmar?

  • Porque es un mandamiento de Dios.
  • Porque de ello depende el sostenimiento de la obra de Dios. El sostenimiento de mis pastores quienes me alimentan espiritualmente y me cuidan como oveja, pues la Biblia dice que el obrero es digno de su salario, y los que predican el evangelio deben vivir del evangelio (1 Corintios 9:13-14).
  • Por de ello depende mi futuro económico y el de mis hijos, pues Dios promete abrir las ventanas de los cielos para derramar bendiciones abundantes sobre los fieles a este principio (Malaquías 3:10-12).

 

     ¿Qué pasa si soy fiel diezmando?

  • Recibiremos los intereses multiplicados que vienen del reino de los cielos, pues con el diezmo nos hacemos socios de Dios en las finanzas.
  • Dios garantiza bendición hasta que sobreabunde (Lucas 6:38).
  • Dios reprenderá la miseria por nosotros (Malaquías 3:11).
  • Quietará la esterilidad de nuestra vida espiritual y material.
  • Viviré siempre en la abundancia.
  • Tendré las ventanas de los cielos abiertas en favor mío.
  • Dependeré de la bendición de Dios y no de mis propias fuerzas (Proverbios 3:9-10).
  • Le aseguro el futuro a mi familia, pues de lo que siembro hoy ellos lo cosecharán mañana si son fieles también a este principio.

 

     ¿Cual debe ser nuestra actitud al diezmar?

  • Dando voluntariamente y con amor  (2 Corintios 9:7).
  • Dando con alegría  (2 Corintios 9:7).
  • Dando proporcionalmente de acuerdo a mis ingresos (1ª Corintios 16:2).
  • Dando con mucha generosidad  (2 Corintios 9:6).
  • Dando sacrificialmente (Filipenses 4:18).
  • Dando amorosamente  (2 Corintios 8:24).

 

     ¿Qué pasa si no diezmo?

  • Estoy robándole a Dios lo que le pertenece a él, pues los diezmos no son nuestros.
  • Estoy estancando la iglesia, pues con mi infidelidad hago posible que las almas se pierdan.
  • Estoy siendo irresponsable con mi deber como creyente de sostener económicamente a mis pastores quienes me alimentan de la Palabra de Dios, y me ayudan en mi crecimiento como creyente.
  • Estoy estancando la visión, pues se podría comprar muchas cosas para la iglesia si soy fiel con este principio.
  • Estoy maldiciendo mi vida, pues la Palabra de Dios dice que el infiel con sus diezmos, es doblemente maldito (Malaquías 3:8-9).
  • Estoy dándole entrada al enemigo para que devore mis bienes y consuma las bendiciones que Dios me ha dado (Malaquías 3:11).
  • Estoy estancando la bendición que Dios tiene para mi vida y para la vida de mi familia.
  • Estoy cerrando los celos a favor mío, pues la desobediencia es castigada por Dios.
  • Estoy desatando un espíritu estéril sobre mi vida, pues una tierra podrida no puede dar frutos, y es más, toda semilla que siembren en esa tierra se secará.
  • Estoy dándole cabida al diablo para que desate sobre mi hogar la ruina y las enfermedades, pues los infieles no pueden estar bajo la cobertura de Dios.
  • No podré exigirle a Dios que me bendiga, pues la infidelidad separa al hombre de la misericordia de Dios.
  • Estoy diciendo con mis actos que nos soy un verdadero creyente, pues el que ama a Dios cumple con los mandamientos de su Palabra.

 

IV.     ENTENDAMOS EL PRINCIPIO DE LAS OFRENDAS:

 

    Al igual que el diezmo, es deber de todo creyente ofrendar a la obra de Dios, pues ninguno puede presentarse en el templo de Dios con las manos vacías.

 

  Cuando damos ofrendas demostramos nuestra generosidad a Dios, pues las ofrendas son expresiones de gratitud a Dios.

 

    Las ofrendas son alfo voluntario y espontáneo, pues pertenecen al dinero que Dios no ha concedido. Pero debemos tener en cuenta que si dejamos de ofrendar, también le estamos robando a Dios (Malaquías 3:8).

 

   Con nuestras ofrendas estamos honrando a Dios, y cuando lleguen los tiempos en que la economía se pone difícil, entonces Dios atiende a tus oraciones, te defiende, te envía ayuda y te sostiene, pues Él hace memoria de todas tus ofrendas (Salmo 20:1-5).

 

    No tomemos una actitud mezquina cuando vayamos a la iglesia, no podemos presentarnos en la casa de Dios con las manos vacías, en vista que seremos alimentados espiritualmente sin sacrificarnos para la obra de Dios (Deuteronomio 16:16-17).