Adictos de Su Presencia


Apóstol Jimmy salazar Vallejo

 

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”

Juan 4:23.

 

INTRODUCCIÓN: La adicción por Dios trae vida y gozo, contrario a la adicción por el pecado que trae ruina y muerte. Dios es un apasionado por sus hijos que le adoran es espíritu y en verdad, de aquellos que han dejado el mundo y se han refugiado en sus preciosas manos.

 

     Hoy hago memoria de lo que fui ayer, y le doy a Dios toda la Gloria por lo que soy hoy. No sería ministro del Evangelio, ni mucho menos estuviera compartiendo contigo estos escritos si no hubiera sido por la obra poderosa del Espíritu Santo en mi vida. Escribo este capitulo con propiedad, puesto que me vi enredado en las infernales garras de la adicción. Lo hago con lágrimas en los ojos al saber que ya no tengo adicción por las drogas y el alcohol, sino que soy un adicto de la presencia de Dios en el momento que mi amado Salvador Jesucristo me lavó con su Preciosa Sangre. ¡A él sea la Gloria¡

 

     La adicción es el hábito de quien se deja dominar por el uso de algunas sustancias o drogas toxicas. Es también la afición desmedida por el juego o algo que dañe su estilo de vida. En los años 50 cayeron algunas plagas comparables con las que azotaban a la Edad Media, cuando la ciencia de aquella época carecía de antibióticos, aquellas plagas que tocaban a la humanidad eran inevitables e involuntarias; en cambio las actuales son voluntarias, pues son males a los que la gente se lanza voluntariamente, y que a la postre no son capaces de salir por cuanto los tiene atados y atrapados.

 

     Males como las drogas, el alcohol, el sexo, el mundo y el pecado, están acabando con la vida de aquellos que se volvieron adictos y que los hundió, y sigue hundiendo a muchos en la ruina espiritual. Males que no respetan “estatus” social ni credos ni razas, y que humanamente no tienen cura. Pero aunque la ciencia, los gobiernos y la sociedad no hayan podido curar este mal, existe alguien que si puede curar la adicción por el pecado, se llama Jesucristo, el Dios que tiene poder para sacar al pecador de la adicción por el mundo y volverlo un adicto a su presencia al llenarlo de poder y unción del Espíritu Santo (Juan 7:38-39).

 

     Veamos la similitud que produce la adicción por las drogas, comparado con la adicción de la presencia de Dios, llegando así a una verdad absoluta: Cuando somos adictos de la presencia de Dios, somos las personas más afortunadas y bendecidas del mundo.

 

I. La Adicción Produce Ansiedad

 

La ansiedad es el estado de agitación, inquietud y zozobra, el cual hace que una persona desee algo con insistencia desesperada. La ansiedad hace que el adicto fije el deseo sobre aquellas cosas de las cuales está ligado. La ansiedad produce intranquilidad, por lo que el adicto es inducido más fácil al vicio, y es más propenso a dejarse tentar y seducir por el vicio del cual está atado.

 

     Algo parecido sucede cuando estamos adictos de la presencia de Dios. Sentimos agitación, zozobra e inquietud, pues su amor es tan grande que nos llama en todo momento a depender de su misericordia. Un adicto de Dios busca su presencia desesperadamente, pues siente una sed tan inmensa de la presencia de Dios, que anhela estar de rodillas para calmar su sed.

 

 

II. La Adicción Produce Dependencia

 

Una persona adicta al vicio es dependiente excesivo, pues no pude vivir sin él vicio que lo tiene esclavizado. La dependencia es subordinación a un poder mayor, que lo domina y esclaviza, es por eso que el adicto actúa conforme al vicio que lo esclaviza (Romanos 6:16). Quien depende del vicio cree que no pude vivir sin él, es por eso que hace todo lo que esté a su alcance para satisfacer su apetito desmedido por el vicio que lo domina.

 

     Un adicto de la presencia de Dios, no depende de sus propias fuerzas, sino que depende absolutamente del amor de Dios. El libro de Proverbios dice lo siguiente:

 

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos” (Proverbios 3:5-8).

 

     Un adicto a la presencia de Dios, sabe que no puede vivir sin él, pues separados de su amor nada podemos hacer. Como adictos de la presencia de Dios sabemos que somos sus esclavos, no como el vicio que esclaviza para destruir, sino que somos esclavos por amor, porque Cristo nos hizo libres  (Galatas 2:20).

 

     Los adictos de la presencia de Dios sabemos que no podemos vivir sin él, y que haremos todo lo que esté a nuestro alcance para satisfacer nuestra necesidad diaria de Dios. Es decir, buscando diariamente en oración el rostro de nuestro Creador. Los adictos de la presencia de Dios sienten necesidad, pues de no tenerla es porque está muerto en vida y ya no están dominados por Dios, sino por el mundo. No sentir pasión por su presencia es vivir apagado y religioso.

 

III. La Adicción Produce Insatisfacción

 

Un adicto insatisfecho, por mucho que consuma del vicio del cual está esclavizado, siempre sentirá que no es suficiente. Una persona insatisfecha con el vicio se siente triste vacía, por cuanto nunca está conforme.

 

     Lo mismo pasa con un adicto a la presencia de Dios: siempre se sentirá insatisfecho, pues todos los días quiere más de su presencia. No se conforma con llevar una vida cristiana monótona y rutinaria, llena de mediocridad. Quien se siente satisfecho con su vida espiritual, está dando muestras de orgullo, pues cree que con lo que tiene de Dios es suficiente.

 

     Alguien que se sienta satisfecho con su ministerio dejará de luchar por las almas perdidas, pues cree que con lo que tiene es suficiente. Contrario a lo que siente un adicto a los vicios, el adicto de la presencia de Dios, se siente triste y vació si no busca desesperadamente la gloria y la unción del Todopoderoso. Su felicidad está de rodillas, buscando la comunión con el Espíritu Santo.

 

 

III. La Adicción Produce Efectos

 

Un adicto a las drogas se hiere física, mental y emocionalmente, pues los efectos del vicio son nocivos para su salud. Los afectos del adicto a los vicios destruyen por completo la personalidad y los buenos valores de las personas. Los efectos destructivos del adicto a los vicios hacen que la sociedad los rechace con facilidad.

 

     Los efectos de un adicto a la presencia de Dios son restauradores y llenos de vida. Un adicto por la presencia de Dios siente efectos de cambio, de éxito, de visión, de bendición, pues en Cristo se convierte en un verdadero vencedor. Los efectos de un adicto a Dios son vigentes y llenos de poder, pues el enemigo tiembla cuando ve a un adicto a Dios lleno del poder del Espíritu Santo (Santiago 4:7).

 

     No es hora de sentir adicción por las cosas del mundo. No permitas que el televisor te vuelva adicto y esclavo. No pierdas el tiempo que puedes dedicar en buscar la presencia de Dios en oración. Me encantan las palabras de un gran siervo de Dios, el pastor Michael Wrigth: “Ayer es pasado, mañana es esperanza, el día es hoy”.

 

     No es mañana el tiempo de buscar de Dios, no es el recuerdo del ayer cuando recordamos lo buenos momentos que pasábamos delante de la presencia de Dios. Hoy es el día de buscar la presencia del Espíritu Santo y sentir Su maravillosa unción sobre nuestra vida. Es hora de asumir la actitud de adictos de la presencia de Dios, pues Dios es adicto por sus hijos que le obedecen y le buscan de todo corazón.

 

     Te invito para que te vuelvas un adicto, no del pecado, ni de las aberraciones del mundo; sino para que te vuelvas adicto de Jesucristo, el unico que da felicidad a tu vida. ¡Pruebalo! ¡Pues a mí me quedó gustando!

 

¡Que Dios te Bendiga!

 

 

Tomado del Libro "Pasion por su presencia"

Pastor Jimmy Salazar Vallejo

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